Thomas nació en 1931, en la localidad inglesa de Windsor y murió en Londres en 2017. Hijo de un funcionario, estudio en La Sorbona de París. En 1955, con 24 años, se enamoró de la luz de España. Seis años después, en 1961, publicaría en inglés y castellano en París su Guerra Civil Española, un ensayo que tuvo una entusiasta acogida entre el exilio español por la sencillez con la contaba ese conflicto que, entre los españoles, incitaba al odio.
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Thomas fue uno de esos hispanistas que escrutó el porqué de la guerra civil y atribuyó faltas a unos y a otros. Persona inteligente, discreta, alegre, su historia de la contienda española y el hecho de que sea extranjero le dará un halo de credibilidad y se convertirá en referencia.
"El aspecto más importante es explicar cómo pudo ocurrir tanta violencia detrás de las líneas, en las dos zonas. No entiendo cómo fue posible para los falangistas dar muerte a tantas personas inocentes, incluso algunas sólo por haber votado por el Frente Popular. No entiendo tampoco cómo fue que tantos amigos de la Izquierda, tantos anarquistas pudieran ajusticiar a tantos burgueses sin crimen alguno”, dijo Thomas en una entrevista.
Calvo Sotelo, Sanjurjo, José Antonio y Goded
o habían muerto o estaban ya fuera de juego. A Mola le había perjudicado el
fracaso de la conspiración en la consecución de sus objetivos y era enemigo
implacable de una República que le había tratado con rigor; pero al mismo
tiempo, los monárquicos le tenían por republicano. Queipo y Cabanellas se
habían rebelado contra Primo de Rivera. Sólo Franco había permanecido
políticamente neutral en el pasado. Leal a Alfonso XIII, Franco también
sirvió a la República. Y lo que es más: a mediados de septiembre de 1936 sus
ejércitos ganaban batallas. Mola no sentía ninguna simpatía por la Falange y
sus ideas y, pese a su carácter enérgico, no daba la figura apropiada de
caudillo para los falangistas, ya fueran éstos camisas viejas o camisas
nuevas. Muchos veían en él a un policía. Queipo, con su retórica, su enfoque personalista,
sus amigos toreros y su estilo decimonónico, parecía el típico líder de masas
andaluz y era en cierto modo la figura cómica de Burgos y Salamanca, a quien
se menospreciaba por la ordinariez de su vocabulario y por su pasado
republicano en los círculos de oficiales monárquicos de educación tradicional
y refinada que rodeaban a Franco, chapados al estilo de Kindelán.
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Hugh Thomas
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